El consumo aparente en apuestas por habitante se situó en 8 euros al año, elevándose de manera espectacular por encima de la media en el País Vasco, con 18 euros año.
Reino Unido tiene una gran tradición en las apuestas, sean éstas deportivas o de todo tipo. La afición por apostar está férreamente arraigada entre los ingleses y forma parte de su cultura. Allí el cruce de apuestas invade múltiples ámbitos y es un hábito que ejercitan gentes pertenecientes a las distintas clases sociales.
En España, con las apuestas deportivas funcionando legalmente desde hace una década, no ha existido históricamente y de manera generalizada la costumbre de apostar. Entre otras razones de peso por la prohibición que pesaba sobre ésta modalidad de azar. Donde sí hubo desde épocas pasadas una tradición por las apuestas fue en el País Vasco. Que estaban ligadas a manifestaciones populares vinculadas a los deportes tradicionales como los frontones donde se practica la pelota, pelota a mano o cesta punta, las regatas de traineras, los aizkolaris ( corte de árboles ), harrijasotze ( levantamiento de piedras ) , sokatira ( desafíos entre equipos para tirar de una soga ) y otros deportes rurales que han servido y siguen haciéndolo de escenario para el cruce de apuestas, que se toleraron incluso en la época franquista, en la que las prácticas de azar, excepto las de titularidad pública o semipública ( caso de la ONCE ) quedaban al margen de lo autorizado.
Según el Anuario del Juego de la Fundación CODERE el consumo aparente en apuestas por habitante se situó en 2016 en 8 euros al año, elevándose de manera espectacular por encima de la media en el País Vasco, con 18 euros año, y de manera muy particular en Álava ( 21,3 euros año ), siguiéndole Navarra, con 15,7 euros año, y dejando atrás a Madrid, Comunidad Valenciana o Galicia con cantidades alrededor de los 10 euros por habitante. La hegemonía del gasto en Euskadi, donde además la regulación autonómica autoriza la comercialización de las apuestas en los distintos canales, que incluyen también los establecimientos de hostelería, reafirma la vigencia de una tradición de siglos que se mantiene con el paso del tiempo y se acrecienta.