Tras perder un 40% de ingresos en diez años, el sector reclama a la Generalitat que autorice el bingo electrónico de sala y que reduzca la presión fiscal para poder incrementar los premios.
La crisis económica se cebó especialmente con el sector del bingo, que en Catalunya se encuentra estancado como consecuencia de la alta fiscalidad a la que se ve sometido y a la parálisis legislativa que imposibilita la introducción de nuevos juegos y, en consecuencia, ganar atractivo ante las nuevas generaciones. Aunque la mitad de las salas están en manos de solo cinco empresas locales y multinacionales –Cirsa, Conei, Rodríguez Villar, Binelde y Rank–, la representatividad del sector está dividida entre tres patronales en Catalunya. David González Deltell (Barcelona, 1981) es el presidente del Gremi Català de Bingos y vicepresidente de la principal patronal estatal, la Confederación Española de Juegos de Bingo.
¿Por qué ha sido tan dura la crisis en el bingo?
Entre 2007 y 2017 el sector se contrajo un 40% en Catalunya en volumen de cantidades jugadas. Para nosotros fue dramática la Ley del Tabaco de 2011, que provocó una caída de golpe del 25% de nuestros ingresos por la menor estancia de los clientes en las salas. Pero hay otros dos factores que explican que nuestra crisis fuera más fuerte que en el resto de subsectores del juego. Por un lado, tenemos unos costes fijos mucho mayores y por otro, al ser un juego mutual, se produce un círculo vicioso del que es difícil salir: si hay crisis hay menos público o se gasta menos en este tipo de ocio, por lo que al final damos menos premios y somos menos atractivos a la hora de atraer clientes.
¿Y cuál es hoy la realidad de las salas catalanas?
En 2012, tras presenciar el cierre de muchos bingos, logramos corregir la situación gracias a una nueva modalidad, el Bingo Plus, que permitió elevar los premios porque la tasa fiscal se bajó un 2%. Esos dos puntos porcentuales fueron un gran alivio y se pudo estabilizar el sector y minimizar el cierre de salas. Sin embargo, desde hace cuatro años el bingo se encuentra totalmente estancado en Catalunya y somos el único subsector del juego que decrece.
¿Cuál es el motivo?
El negocio está plano debido a la falta de producto novedoso e innovador que nos permita ofrecer más premios con una fiscalidad más acorde. Hasta noviembre de 2018, el bingo caía un 0,27% en Catalunya; en 2017 crecimos solo un 0,8%, frente a los casinos, que avanzan entre un 4% y un 5%, las máquinas recreativas (+7%), y las apuestas deportivas, que crecen un 20%.
¿Cuántos bingos hay?
Catalunya dispone de 75 licencias de bingo, pero hoy no están todas cogidas; ahora solo hay 48 salas abiertas.
¿Qué perfil tiene el cliente?
Es un público bastante heterogéneo, de entre 35 y 55 años. Mayoritariamente son mujeres, entre el 55% y el 60%, de poder adquisitivo medio alto.
¿Qué le piden al Govern?
Catalunya tiene actualmente la fiscalidad sobre el juego del bingo más obsoleta de España, solo superada por Extremadura. Tenemos una tasa fiscal del 15% sobre las cantidades jugadas, mientras que en el 80% de las CCAA se grava la ganancia, es decir, la diferencia entre la cantidad jugada y los premios repartidos. Si hacemos la conversión de esa tasa fiscal del 15% sobre la ganancia, la tasa real que soportamos es del 50%, ya que del 100% jugado, el 70% se destina a premios y el 30% se reparte entre el impuesto y el margen del operador.
¿Qué tasa reclaman? En presión fiscal solo nos supera Extremadura, con una tasa real del 52%, frente a la media estatal del 35,12%. Nuestro objetivo es elevar al 80% o 85% el porcentaje destinado a premios y tener una tasa sobre la ganancia de entre el 10% y el 15%. En Madrid ya están en el 20%.
¿Cuánto recauda la Generalitat con el bingo?
En 2017 fueron 44 millones de euros, frente a los 23 millones de los casinos, 142 millones de las máquinas y dos millones por apuestas deportivas. Somos el segundo subsector en recaudación, pero el tercero en cantidades jugadas, lo que indica que nuestra presión fiscal es mayor; se juega más en los casinos, pero nosotros aportamos más a la hacienda catalana.
¿Qué más piden al Departament d’Economia?
Catalunya había sido líder en modalidades de juego y fiscalidad, pero ahora estamos en la cola de España y de ahí que nuestro sector caiga, mientras que el bingo en el conjunto estatal crece entre un 2% y un 2,5% anual. Hay un gap por el retraso en la implementación de nuevas modalidades, como el bingo electrónico de sala, conocido como bingo mixto o dinámico.
¿En qué consiste?
La legalización de este juego es una de nuestras reclamaciones más importantes. Se trata de una modalidad que permite que en una misma partida se puedan jugar con cartones físicos –para jugadores tradicionales que prefieren tachar los números con un rotulador– y con cartones digitales mediante un terminal electrónico, lo que nos permite atraer a nuevos clientes con un perfil más tecnológico. En Madrid, el bingo dinámico ha tenido un éxito brutal, con alzas del 7%.
¿Por qué sigue en el cajón esta modalidad?
Cualquier cambio del reglamento tiene que pasar por el Parlament y sabemos el bloqueo actual que hay para aprobar nuevas leyes. Vemos pocas perspectivas a corto plazo para introducir el bingo electrónico de sala, que sin duda cambiaría la dinámica del sector. Pero si el Govern quisiera podría hacerlo vía decreto ley, porque en Catalunya ya existe una modalidad de bingo electrónico interconectado. También pedimos ampliar el horario. Abrimos a las 9 de la mañana, pero la primera partida no podemos hacerla hasta la una del mediodía; no tiene sentido, es una incongruencia.
¿Qué imagen cree que tienen hoy los bingos?
Nos hemos preocupado mucho por ser un sector socialmente responsable, hemos sido capaces de atraer a público más joven a las salas, y se nos ve como un momento de ocio más. Creo que hoy el sector tiene una imagen saludable en Catalunya.